En cuanto esbozó una sonrisa ladeada, la mía se dibujo en mi cara y no era capaz de quitarla. No era capaz de poder mirarle. Entonces me puse de puntillas y le di un leve beso. Tras mis dudas iniciales, de apenas milésimas de segundo, me correspondió con un beso cálido y tierno, de esos que se dan con amor. Suave. Lento. Como si pensase que podría hacerme daño.
Acto seguido le rodeé con mis brazos, impidiendo a cualquier persona en el mundo arrebatarnos aquel momento de sincero cariño, aun no me atrevo a llamarlo amor. Separó sus labios de los mio lentamente, mientras aspiraba por la nariz con los ojos cerrados. Y me miró. Hizo un intento de comenzar ha hablar para decirme lo que todo este tiempo estaba esperando escuchar, pero automáticamente le puse mi dedo índice en los labios. Y muy convencida dije:- Sobran las palabras... - Entonces me besó
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