
Te abrace y te prometí que aquello no se sabría jamás. Estuvimos abrazados en aquel lugar hasta que amaneció, seguiste llorando con la cara escondida entre las manos, pero para cuando dejaste de llorar te diste cuenta de que aquello no iría a ninguna parte, que yo protegería.
Nos levantamos, y tu con las manos temblorosas me agarraste el brazos y a pequeños pasos tímidos alcanzamos al grupo entre la oscuridad, entre gritos y risas. Nos prometimos que sería nuestro secreto, nuestro retal de confianza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario