Pero ¿Y el?: Esta destrozado y soy yo a la que le toca recoger los retales de recuerdos y secretos que compartían.
Aquella noche fue el, quien lloro desconsolado por un amor roto que ya no era correspondido y ella estaba inhavatible, dura e inflexible frente a las lágrimas. Cuando por fin le vi, se agarro a mi, como si pretendiese que yo le volviese a recomponer el corazón con aquellas lágrimas derramadas. No se podía. El daño ya estaba hecho.

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