El aire huele a verano. Puedo sentirlo en la piel cuando el sol la ilumina y cuando la brisa de la tarde calma el calor.
También puedo notarla y sentirla en tus labios cuando me besan, cuando tus manos tocan mi pelo caliente debido al sol debido al sol de las tardes de mayo en las que solíamos soñar con las playas exóticas y las grandes aventuras. En aquellas aguas cristalinas donde me dijiste "te quiero, pero no me dejes nunca" y aquí estamos en el punto intermedio entre el todo y el abismo de la nada.
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